NIÑO CADUCO, BOSQUE PERENNE
Me balanceo descalzo
y la luz solar me inunda.
Los ojos al cielo alzo;
de hojas las ramas se enfundan.
Y detrás de ellas el cielo:
azul profundo, cual mar en calma.
Las aves alzan el vuelo;
su aleteo da paz a mi alma.
Mis manos el musgo rozan,
suave, húmedo y muy fresco.
Mis manos palpan y gozan
de aquel relieve en mis dedos.
Las horas caen sobre mí.
Las horas en el bosque pesan.
Sois años que me consumís,
los años que el bosque embellecen.
Y mientras espero mi muerte,
pues soy de hoja caduca,
inhalo el olor a perenne
de este lugar de hermosura.
Lágrimas de dolor en mis ojos
reflejan el dorado atardecer.
Se filtran brillos púrpura y rojos;
suspiro, ya es hora de perecer.
Con la mirada inerte reposo:
mi noche por fin ha llegado.
Mientras la lluvia limpia mi rostro
vuelve al polvo este niño amado.
Un adiós queda en el aire;
puedes oírlo, respirarlo.
Las hojas de otoño quieren
pronunciar mi nombre, ¡gritarlo!
Porque el bosque perenne llora
a su niño de invierno amado.
En la estación fría lo añora;
«¡nunca jamás será olvidado!».
Olivier G. Durán
#NoSoyPoetaSoyTodoIgnorancia
CRÉDITOS DEL VÍDEO
Música:
Dicen, de https://www.fiftysounds.com/es/
Imágenes:
Barış Şeref
Kelly L
Matthias Groeneveld
Cottonbro
SHVETS production
Egor Kunovsky
Ruvim Miksanskiy
Dmitry Varennikov
German Korb