VOLAR O MORIR

Ofréceme las nubes.
Ofréceme volar extendiendo mis manos
como un ave que no conoce a los humanos.
Y lo haré, no lo dudes.

Y volaré, atravesaré las tormentas
enfrentándome a la lluvia.
También a las nubes turbias;
a las nieves, a los rayos y las centellas.

Y volar… volar… volar…
sin descanso,
sin destino,
a un lugar llamado azar.

Ofréceme cruzar el mar.
Ofréceme el vasto océano bajo mi vuelo.
Sin mojarme: navegando únicamente el cielo
y absorbiendo el aroma a sal.

Y brillará… sobre las aguas el sol,
pintando el bello mareo de una danza
en tonos cobres, dorados y naranjas.
Tras el rojo, muere la luz del farol.

Y oler… oler… oler…
la espuma,
la bruma,
cubriendo por doquier.

Ofréceme ese ancla que me detenga.
Ofréceme la contundencia de un motivo
para volver, para seguir, para estar vivo.
Para afrontar lo que vino y lo que venga.

Y revolveré… las alas que me dieron libertad
hasta que caigan hechas cenizas
por el motivo que tú me digas.
Invoco mis manos de humano, de antaño, ¡regresad!

Y vivir… vivir… vivir…
sin la ayuda de unas alas,
sin escapar, a las malas.
Solo por ti, sí, por ti.

Así que…

Ofréceme la tierra firme.
Ofréceme arrastrarme por un suelo de abono y flores,
pues la vida es eso: dos alegrías y mil dolores
con los que aprender y curtirme.

Y lloraré, lloraré sin que me veas.
Ante ti únicamente sonrisas,
amabilidades y caricias;
mas no habrá horas tristes, crueles ni feas.

Y morir… y morir… y morir…
de realidad, de dolor;
de fantasía, de amor
y con petricor en la nariz.

Olivier G. Durán
#NoSoyPoetaSoyTodoIgnorancia